Nuestra Señora de Ronchamp, Le Corbusier.
En la década de 1920, tras el final de la Primera Guerra Mundial, se instituyó la Sociedad de Naciones, que nació con el fin de evitar que un conflicto de esa magnitud volviese a repetirse. El Imperio ruso se convirtió en la Unión Soviética que, con la ideología marxista de Lenin, fue la primera nación del mundo gobernada por el "proletariado". Estados Unidos prosiguió su rápido desarrollo económico que se vio perturbado, sin embargo, por la Gran depresión de 1929. Alemania, asfixiada por las onerosas disposiciones del Tratado de Versalles, tenía su sistema financiero en la crisis más grande que conoció ese siglo, mientras trataba de lograr una estabilidad democrática con la República de Weimar de la que Paul von Hindenburg era presidente. La situación en Francia no era mucho mejor, lo que propició el descontento social que se traduciría en una inestabilidad política permanente. Japón extendía su presencia en Asia: primero se apoderó de Corea y luego se anexionó u ocupó regi