Nuestra Señora de Ronchamp, Le Corbusier.

En la década de 1920, tras el final de la Primera Guerra Mundial, se instituyó la Sociedad de Naciones, que nació con el fin de evitar que un conflicto de esa magnitud volviese a repetirse. El Imperio ruso se convirtió en la Unión Soviética que, con la ideología marxista de Lenin, fue la primera nación del mundo gobernada por el "proletariado". Estados Unidos prosiguió su rápido desarrollo económico que se vio perturbado, sin embargo, por la Gran depresión de 1929. Alemania, asfixiada por las onerosas disposiciones del Tratado de Versalles, tenía su sistema financiero en la crisis más grande que conoció ese siglo, mientras trataba de lograr una estabilidad democrática con la República de Weimar de la que Paul von Hindenburg era presidente. La situación en Francia no era mucho mejor, lo que propició el descontento social que se traduciría en una inestabilidad política permanente. Japón extendía su presencia en Asia: primero se apoderó de Corea y luego se anexionó u ocupó regiones enteras de China. Además el Imperio de Japón se apoderó de las colonias que Alemania tenía en el Pacífico. La difícil solución del problema obligó a abordar la cuestión de las reparaciones de guerra desde una perspectiva diferente. Es lo que hizo el llamado Plan Dawes seguido del Plan Young: rebajar las cantidades que estaba obligada a liquidar Alemania (finalmente condonadas en la Conferencia de Lausanade 1932). Cuando por fin se puso término al tema de las indemnizaciones, Alemania había satisfecho el equivalente a una cuarta parte de las cantidades que inicialmente habían sido fijadas en el Tratado de Versalles.
Este contexto histórico influyó notablemente en el arte.

En el ámbito arquitectónico, surge el funcionalismo que propugnaba una forma de proyectar "universal" y desprovista de rasgos regionales. Comenzó a tomar forma a partir de 1920. Fue el resultado de varios factores que tuvieron lugar en el mundo occidental que la industrialización, la mecánica, la ingeniería y la ciencia de los materiales estaban revolucionando: el primero, la incomodidad de algunos arquitectos con el eclecticismo y divergencia de estilos arquitectónicos a finales del siglo XIX, pues se tomaban detalles ornamentales, características y elementos formales de los más diversos estilos y períodos, sin obedecer en ningún momento a la relación entre la forma y la utilidad de las edificaciones. En segundo lugar, la industrialización acelerada de las sociedades europeas y norteamericanas comenzó a crear la necesidad de nuevos tipos de edificaciones con usos hasta entonces desconocidos; entre ellos, el edificio de oficinas, el bloque de apartamentos, las nuevas fábricas, preparadas para albergar novedosas maquinarias y gran cantidad de obreros. El tercer y decisivo factor, los enormes avances técnicos en la ciencia de los materiales y la construcción, que permitieron la invención del hormigón armado y los progresos en las aleaciones de acero. Todo esto conllevaría nuevas posibilidades estructurales que harían realidad edificios más altos, más resistentes, más espaciosos.
Este movimiento se basa en una serie de principios: Importancia no sólo del edificio en sí sino desde su perspectiva urbanística. El urbanismo, el diseño y organización de ciudades se convierte en un fin en sí mismo para estos autores. La estructura del edificio sigue los principios del racionalismo: pilares y vigas de hormigón armado. Ambos elementos constructivos se visualizan como parte del edificio. El muro pierde todo sentido sustentante. Acero y cristal dominan la estructura exterior. Pilares a la vista. Hormigón material fundamental. Su existencia no se disimula, incluso se anima y se convierte en elemento decorativo. Formas geométricas puras y simples: cubo, rectángulo, cuadrado, cilindro. Domina la línea recta en las formas exteriores. Planta libre. Los tabiques dejan paso a los espacios libres y diáfanos. Valida cualquier forma y estructura interna. Alejamiento absoluto de la tradición arquitectónica local e histórica. "Brutalismo arquitectónico", es decir, desprecian los valores humanos y sociales al hacer el edificio. Seguidores del menos es más "less is more" de Sullivan. Pureza y sobriedad. Formas sencillas. Funcionalismo. Este estilo sufrió numerosos ataques por su "brutalismo" y su universalismo constructivos desde mediados de los años 50, incluso algunos de sus autores más paradigmáticos evolucionaron hacia otras formas de hacer arquitectura no tan rígidas como las del estilo internacional.
Podemos destacar varios autores de este movimiento como Walter Gropius o Le Corbusier.
Charles-Édouard Jeanneret-Gris, más conocido a partir de la década de 1920​ como Le Corbusier, fue un arquitecto y teórico de la arquitecturaurbanista, diseñador de espacios, pintor, escultor y hombre de letras suizo nacionalizado francés en 1930.
Nació el 6 de octubre de 1887, falleció el 27 de agosto de 1965 y es considerado uno de los más claros exponentes de la arquitectura moderna y uno de los arquitectos más influyentes del siglo XX. Además de ser uno de los más grandes renovadores de la arquitectura moderna, fue un incansable agitador cultural, labor que ejerció con pasión a lo largo de toda su vida. Con sus escritos se ganó una merecida fama de polemista y aportó un verdadero caudal de ideas innovadoras que han hecho que su obra influya decisivamente en la arquitectura posterior.
Es uno de los máximos impulsores de la creación de una arquitectura lógica que sirviese a las necesidades del hombre. Para él, el hombre tomado como colectividad será el centro de su preocupación. Intenta establecer proporciones a partir de las medidas humanas que fijen las dimensiones de todos los objetos, incluida la vivienda.
Dentro de sus obras, voy a hablar de Nuestra Señora de Ronchamp.
La capilla de Notre Dame du Haut en RonchampFrancia, conocida informalmente como Ronchamp, es una capilla de culto católico que fue construida entre 1950 y 1955. Es una creación del arquitecto francosuizo Le Corbusier, y uno de los ejemplos más importantes de la arquitectura religiosa del siglo XX.
La capilla en Ronchamp es singular en el estilo de Le Corbusier, quien en este edificio abandona sus principios de estandarización y de la máquina estética, dando lugar a una respuesta específica para el lugar. Por propia admisión de Le Corbusier, fue el lugar el que proporcionó la geometría sobre la que apoyó su solución, junto con su herencia histórica como lugar de adoración. Le Corbusier también detectó una relación sagrada de la colina con sus alrededores, las montañas del Jura en la distancia y de la colina misma, dominando el paisaje.
La naturaleza del sitio dio lugar a un conjunto arquitectónico que para algunos críticos tiene muchas semejanzas con la Acrópolis, desde el ascenso en el fondo de la colina hasta los eventos arquitectónicos y de paisaje a lo largo del camino, ya que no se puede ver el edificio hasta que no se alcanza casi totalmente la cima de la colina.
La planta de la iglesia se compone de una nave de formas curvilíneas, con dos entradas en los costados, un altar principal y tres capillas bajo las torres. En el exterior, en su fachada este y arropada por los muros y la cubierta, existen también un altar y un púlpito para la celebración de misas al aire libre.
Consta principalmente de paredes curvas, siendo también curva la cáscara de hormigón armado que constituye la cubierta. El edificio presenta la masividad propia de la construcción tradicional realizada con muros de carga, acentuada por pequeños huecos abocinados rectangulares, de tamaños y proporciones desiguales, que perforan la pared sur, única gruesa del edificio. Dichos huecos están cerrados con vidrios de colores brillantes, que proporcionan una iluminación débil dentro del edificio, lo que refuerza su naturaleza sagrada. A esa luz coloreada se suma la que proporciona la estrecha franja que separa la cubierta de los cerramientos laterales, y la luz indirecta que resbala por el interior de las tres torres y que ilumina las capillas secundarias. La pared este está también perforada por pequeños huecos que desde el interior representan un firmamento de estrellas, en el que destaca la hornacina pasante (se ve tanto desde el interior como desde el exterior) en la que se dispuso una escultura de la Virgen María, bajo cuya advocación se encuentra el edificio.
La estructura en la Capilla de Notre Dame du Haut es de hormigón armado y mampostería. La cubierta, una cáscara de hormigón armado, es la inversión de una cúpula tradicional, siendo convexa hacia abajo y cóncava hacia arriba. Está parcialmente apoyada en pilares, de manera que queda una franja de separación entre la misma y los cerramientos, por la que penetra la luz.
Los acabados de la capilla, tanto exteriores como interiores, son modestos. El suelo está inclinado hacia el altar, siguiendo la pendiente de la colina.
Estas formas orgánicas pueden estar relacionadas con el contexto arquitectónico de mediados del siglo XX. Después de años en los que la rectitud prevaleció en los proyectos, en la década de los cincuenta se dio un desarrollo de las curvas. El Museo Guggenheim de Nueva York de Frank Lloyd Wright marcó el camino a seguir, aunque Eero SaarinenJorn Utzon y Le Corbusier, ya habían utilizado las formas orgánicas en sus villas de la década de los veinte.
La parte principal de la estructura consiste en dos membranas de hormigón armado separadas por un espacio, formando una cáscara que constituye, al mismo tiempo, la cubierta exterior y la bóveda interior del edificio. Un espacio de varios centímetros entre la cáscara de la azotea y las paredes proporciona una entrada de luz.​ Las aras son de piedra blanca de Borgoña, siendo el resto de los altares de hormigón prefabricado pulido. Las torres se construyeron de albañilería de piedra y hormigón armado. La impermeabilización de la cubierta se protegió de la radiación ultravioleta con un revestimiento exterior de aluminio. El banco para la comunión se distinguió del resto (de madera) construyéndose de hierro fundido.
Hecho por Rafa García






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