Mosaicos de la iglesia de San Vital (Rávena)
Los mosaicos formas un gran conjunto musivario cuyo tema principal es Dios salvando a los hombres por medio de la eucaristía (predominan escenas y objetos relacionados con la consagración).
Como ocurre en toda iglesia bizantina, el orden de las figuras responde a un reflejo de la cosmogonía cristiana oriental, y hay lugares específicamente reservados a las figuras según su jerarquía. Los lugares altos y centrales se reservan a Dios o sus personificaciones, alrededor se sitúan ángeles y más cerca de lo que sería la Tierra, los santos, como intersección entre las personas y el Señor. Todo esto ribeteado de una decoración naturalista de tradición helenística. Todas las paredes estaban forradas de teselas de colores vivos, creando un efecto de opulencia y presentando un mundo idealizado que "eleve al creyente a las alturas".
Como ocurre en toda iglesia bizantina, el orden de las figuras responde a un reflejo de la cosmogonía cristiana oriental, y hay lugares específicamente reservados a las figuras según su jerarquía. Los lugares altos y centrales se reservan a Dios o sus personificaciones, alrededor se sitúan ángeles y más cerca de lo que sería la Tierra, los santos, como intersección entre las personas y el Señor. Todo esto ribeteado de una decoración naturalista de tradición helenística. Todas las paredes estaban forradas de teselas de colores vivos, creando un efecto de opulencia y presentando un mundo idealizado que "eleve al creyente a las alturas".
Estilísticamente, los mosaicos de la bóveda recuerdan mucho a la tradición clásica a causa de la vivacidad de sus colores, a la representación de cierto sentido de la perspectiva y el naturalismo de las formas, incluso de los paisajes. De hecho, esta parte fue terminada antes de la llegada de los bizantinos, cuando Rávena estaba aún bajo el control de los ostrogodos.
En el intradós del arco triunfal se desgrana un rosario de medallones, con Cristo en la clave, seguido de los doce apóstoles y los santos Gervasio y Protasio, hijos de San Vital de Milán. En el cascarón de la bóveda hay una teofanía que podría ser un precedente del típico Pantocrátor medieval, se data en el año 525 y también destaca su profusa decoración vegetal en la que se enmarañan numerosas flores, pájaros, y cuernos de la abundancia, todo rodeando a un Cristo de aspecto helenístico, sentado sobre el globo terráqueo, con la mano derecha ofrece la corona del martirio a San Vital, y, con la izquierda recibe la maqueta del templo del arzobispo Ecclesio.
LOS MOSAICOS DE JUSTINIANO:
Los mosaicos representan la ceremonia de consagración del templo de San Vital. En este mosaico todos los personajes importantes se reconocen con facilidad.
Justiniano y su cortejo: El emperador lleva como ofrenda una gran patena de oro, va precedido por dos altos dignatarios eclesiásticos y por el arzobispo Maximiano, los tres con ofrendas ricamente decoradas con gemas y esmaltes. En segundo plano se encuentran el banquero Juliano, que financió la construcción del templo, y dos altos funcionarios del Estado.
Teodora y su cortejo: Ella lleva un cáliz de oro, le acompañan dos dignatarios de la corte, Antonia (esposa del general Belisario, uno de los altos funcionarios del mosaico de Justiniano), su hija Juana y sus doncellas.
RASGOS ESTILÍSTICOS:
Es innegable el parentesco de estos mosaicos con los relieves del Ara Pacis Augustæ, sobre todo en su temática, pero en su estilo hay algunas diferencias esenciales: Abundan los convencionalismos como la isocefalia, el hieratismo, la frontalidad, la ausencia de perspectiva, el horror al vacío, los gestos repetitivos de los personajes, ausencia de movimiento, idealización de los rostros...
Los personajes están retratados con realismo y tienen mucha fuerza expresiva, pero son hieráticos y distantes. Su mirada es fija y penetrante, refleja el poder espiritual del emperador y sus seguidores. Sus pies en v flotan en un fondo neutro, indefinido, aludiendo a los lazos con lo sobrenatural y el alejamiento de lo terrenal. Todo indica que estas figuras están más allá de la simple humanidad.
Numerosos símbolos y atributos sitúan a cada figura en una jerarquía muy rígida. Los monarcas están en el centro y tienen las vestimentas más ricas y las joyas más lujosas, constituyendo un claro paradigma del cesaropapismo bizantino: el emperador posee una categoría moral superior, la Iglesia y el Estado son uno sólo en él, que es rey por mandato divino y mayordomo del mismo Dios, de ahí su rostro juvenil.
El resto de los personajes, cuyos retratos son más fieles y se respeta su edad, se disponen simétricamente en torno a Justiniano y Teodora, tanto más cerca están de ellos, cuanto más importantes son, llevando uniformes propios de su rango.
La perspectiva no existe, y ha sido sustituida por un fondo neutro, dorado y verde en el caso del mosaico de Justiniano, y por un esquemático fondo arquitectónico en el caso del de Teodora. Tampoco hay sensación alguna de profundidad.
El artista se ha permitido ciertas licencias en el mosaico de Teodora que no se hallan presentes en el de Justiniano, quizá porque el protocolo del séquito femenino no era tan rígido o quizá porque son obras de distintos artistas: el color es más rico y variado, los brocados, las telas y las joyas tienen más detalles e incluso existe un fondo arquitectónico con cortinas, fuentes y una venera situada sobre la emperatriz.
Bien (10)
ResponderEliminarFirma lo que realices.
ResponderEliminarArte románico-gótico: La escultura de los siglos XIII y XIV de la fachada de la catedral de Reims.
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